Si en un momento dado disponemos de un dinero adicional, ya sea porque nos haya tocado la lotería o bien porque hemos conseguido ahorrar un dinero extra o recibido una herencia, podemos darnos un capricho yéndonos de vacaciones, o podemos invertirlo en algún depósito o fondo de inversión, o bien se puede emplear en tapar algún agujero; y si hay algún agujero que la mayoría de las familias quieren tener bien tapado, ese es el de la hipoteca.
En este sentido, hay varias formas de reducir la cantidad de dinero a pagar por la hipoteca. Podemos bien reducir la cuota mensual a pagar o bien reducir el tiempo de amortización de la misma. Pero, ¿cuál es la mejor opción de las dos? El escoger una u otra dependerá de nuestras posibilidades, necesidades e incluso de la situación económica general.
Reduciendo la cuota nos permite llegar a fin de mes más holgados; el problema de esta forma de amortización anticipada es que no reducimos la vida del préstamo, y por tanto tendremos que estar pagando la hipoteca durante más tiempo que si reducimos el plazo, por el que pagaremos la misma cuota todos los meses pero durante menos tiempo. ¿Y qué ventajas tiene esto? Pues que cuanto más tiempo estemos expuestos a una deuda, mayor cantidad de intereses tendremos que pagar. Esto quiere decir que reducir el plazo implicará menor carga financiera para los hipotecados, y por tanto, menor dinero tendremos que satisfacer finalmente por la hipoteca que si reducimos solamente la cuota. Esto no quiere decir que reducir sólo la cuota no abarate los intereses, pero la rebaja será menor que si se reducen los plazos.
Además, por el carácter de amortización del préstamo en el que los intereses son pagados sobre todo al principio, si fuera posible conviene realizar la rebaja de plazos lo antes posible. Cuanto antes realicemos la amortización parcial del préstamo, mayor cantidad de intereses nos ahorraremos.
La deducción fiscal es otro aspecto a tener en cuenta. Toda hipoteca que tengamos por vivienda habitual tiene derecho a una deducción fiscal de un 15% de lo pagado hasta un máximo de 9.015 euros anuales. Con lo cual, si nuestras cuotas anuales son menores a esa cifra, merecería la pena intentar apurar el máximo el límite de la deducción.
Aunque pueda parecer que las grandes decisiones macroeconómicas no nos afectan, esto no es así y debemos tener en cuenta la coyuntura económica actual para valorar nuestra decisión. Cada vez que hay una revisión hipotecaria, se actualiza los intereses a pagar, pudiendo ser mayor o menor esa cantidad en función de la evolución del Euribor. Éste a su vez, depende de la evolución de los tipos de interés oficiales, fijados por el BCE. En un escenario de posible subida de tipos, en la que el coste del préstamo se encarece por aumentar los intereses, es posible que nos interese una reducción de la cuota para contrarrestar esa eventual subida, y mantener la misma cantidad pagada mes a mes que antes, sobre todo si ya nos estamos beneficiando del límite de la deducción, aunque a largo plazo paguemos más dinero en intereses, como ya comentamos. Análogamente, y en un escenario de bajada de tipos de interés, en el que las cuotas se reducen por reducirse los intereses, quizá merezca la pena reducir el plazo, bien manteniendo la cuota o bien aportando más dinero para beneficiarnos del máximo de la deducción.
Como conclusión, en realidad no hay una decisión mejor o peor. Todo depende de nuestras necesidades y posibilidades actuales. Si somos personas que pensamos en el corto plazo, y con altas necesidades de liquidez, amortizaremos el préstamo reduciendo la cuota sin reducir los plazos, pero si pensamos a más largo plazo, se reducirán los plazos sin reducir la cuota, o incluso aumentándola; la realidad es que ambas decisiones nos ayudarán a la larga a tener que pagar menor cantidad de intereses.
Fuente: www.ennaranja.com
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